Entendemos que los oficialismos siempre son medidos a partir de la aprobación de su gestión dado que ésta es la primera variable sobre la cual es valorada por la opinión pública. La práctica regular de este abordaje permite, asimismo establecer cierto parámetro histórico entre el caudal electoral que reúnen según el nivel de acompañamiento a su gestión relevado en términos binarios (aprueba/no aprueba).
Los niveles de aprobación del gobierno nacional y provincial vienen prácticamente en línea durante el trimestre septiembre/noviembre. Están repitiendo una dinámica que se ha observado en el presente año lo que marca los límites de cualquier estrategia diferenciadora de la gestión máxime cuando los dos mayores problemas que se yerguen sobre la gestión -economía e inseguridad- no pueden ser narrados en abstracción al contexto nacional.
El caso de la aprobación municipal, con niveles más que aceptables, tiene que ser leído en perspectiva con datos históricos que muestran que las últimas intendencias de Rosario transitan su gestión con niveles de aprobación similares (en el rango de 40%) pero que no pueden traducir eso en potencia electoral imponiéndose la necesidad de un análisis cualitativo a fines de entender tal fenómeno. Como primer abordaje a tal inquietud planteamos que quizás sea justamente la ajenidad que el intendente puede mostrar respecto de los grandes problemas la ventana por la cual puede sostener mejores números de valoración de su gestión y, asimismo, un condicionante a la hora del desempeño electoral.