Elecciones en Rosario: Dispersión y concentración del voto

Elecciones en Rosario: Dispersión y concentración del voto

La elección del 12 de noviembre marca, además de las propias connotaciones políticas de todo evento electoral, un punto de inflexión obligado por el caprichoso ejercicio de modular en números redondos los períodos de análisis. En este caso puntual, se cumplen 10 años desde el inicio del sistema de votación por boleta única en el cual se han efectuado 6 elecciones.

Excede el marco de este breve análisis las valoraciones que puedan hacerse sobre las bondades y las imperfecciones del sistema electoral mencionado, sin embargo, una simple lectura de datos duros nos permite introducir como primera observación que la boleta única, a la hora de las definiciones puras del juego electoral, no ha propiciado la irrupción de nuevos espacios permitiendo ampliar la oferta política.

Claro que uno podría plantearse que esa no era la funcionalidad requerida al sistema electoral, pero un simple paneo a las opiniones que en su momento auparon la implementación del sistema – en desmedro de la tradicional boleta de papel- y que aún hoy sostienen la necesidad del cambio del sistema de votación a nivel nacional sostienen que la BU mejora la calidad democrática. Pues bien, en el específico ámbito de la experiencia rosarina tal mejora democrática no se ha traducido en mayor pluralidad de oferta. Esto pese a que la combinación de la BU con la implementación de las PASO (concomitantes en el tiempo) ha generado escenarios de multiplicidad de candidaturas que implicaron boletas de medio metro de largo y récord de precandidaturas que, pasado el filtro de las PASO, se han reducido en los últimos años a no más de 5 o 6 candidaturas en las generales.

Ya sobre la auscultación de los resultados acumulados en el período en análisis, encontramos algunas constantes y otras disrupciones en el comportamiento electoral de la ciudadanía rosarina (a).

El más evidente es la concentración entre las 3 principales fuerzas locales (el Frente Progresista, el Peronismo y Juntos x el Cambio) que -más allá de los cambios de su nominalidad- han tenido presencia regular en los comicios concentrando entre ellos más del 80% de las preferencias electorales en los casos que se eligió intendente y orillando tal concentración los 2/3 del total en las elecciones a concejales.

Algunos datos salientes se perfilan de este primer conglomerado que marca la concentración citada, por un lado, el oficialismo local ha tocado el techo de su performance electoral en el año 2011 (elección de Mónica Fein) y su piso en la elección del 2017, dónde la unificación de las fechas locales con las nacionales derrumbó el caudal histórico de esa fuerza en beneficio de JxC que en aquel año triunfó holgadamente en la ciudad, en la provincia y en el país.

En el caso del Peronismo cabe destacar que sufre en Rosario la “maldición de las elecciones de medio término” que la fuerza viene padeciendo regularmente a nivel país desde el 2009 y que es evidente que arrastra a la performance local dado que es notorio que los candidatos de ese espacio logran mejores guarismos en las elecciones que suceden desenganchadas de las nacionales (cuándo se elige intendente y gobernador) habiendo logrado su techo en la elección de 2019 cuando estuvo a 8000 votos de conquistar el Palacio de Los Leones.

Al mirar la performance de JxC se observa un comportamiento que abre una posibilidad de lectura que excede lo electoral y se adentra en la auscultación de la identidad predominante en el votante rosarino: en los pisos y techos electorales de JxC se observa un comportamiento inverso con el Frente Progresista. En 2017 -pico de JxC-
es también la elección más baja del FP. Y el mismo patrón invertido sucede en las elecciones de 2011, 2013, 2019 y, en menor medida, en 2021 dónde los números del FP se elevan en desmedro de los de JxC. La única excepción a esta regularidad sucede en 2015 dónde, en la elección que Lifschitz(FP) le gana ajustadamente a Del Sel(JxC) la gobernación, la disputa por la intendencia también se resuelve en un estrecho margen entre los candidatos de ambas fuerzas. Si uno centra su mirada sobre el comportamiento en las seccionales de Rosario que toman la zona centro (de la 1a a la 8va sección) encontraría que JxC y el FP contienden históricamente palmo a palmo la representación electoral del ámbito geográfico dónde se asienta el sector más tradicional de la ciudad estando el diferencial de la disputa en las secciones que toman los sectores populares de la ciudad dónde también el Peronismo tercia con fuerza. En tiempos dónde se impone la grieta para hacer y leer la política, la singularidad del comportamiento electoral rosarino abre un asterisco que nos permite, por lo menos, quedarnos en esa pendulación expresada en las elecciones como una forma de moldear una representación política mas allá del status quo impuesto.

Finalmente, las elecciones de medio término -en particular las de 2013 y 2021- abren una ventana que permite especular sobre el atemperamiento de este fenómeno de concentración entre las 3 fuerzas pero que aun así permita el triunfo con un caudal de votos levemente superior al 30%. Este fenómeno fue verificado en el 2015 ya que, luego de una elección de medio término dónde bajaron sensiblemente la performance de las 3 fuerzas principales, Mónica Fein se alzó con la intendencia con un porcentaje apenas por encima del 30% de los votos. Los guarismos finales de este 2021 parecieran augurar un destino similar a la pelea por la intendencia en 2023.